Hace unos días fui a casa de mis padres y al entrar al fondo me llamo el limo, árbol que ha estado en casa por más de 25 años y que siempre había dado muchas limas, limas grandes color amarillo de sabor dulce, jugosas. Este árbol viene de otros árboles que estaban en la casa de mis bisabuelos que me da el sentido de pertenencia a mi tribu cada vez que veo el árbol de limo, pero al pararme enfrente de él sentí una gran opresión en mi pecho porque me di cuenta de que el limo está triste. Hace un año murió mi padre quién cuidaba del limo, era su compañía. Desde que mi padre enfermo y murió el limo no volvió a dar ninguna fruta, ninguna lima. Al principio creímos que era por que le había faltado que le pusiéramos agua o porque había estado la casa sola por mucho tiempo y el jardín había sido descuidado. Al voltear y ver la copa del limo me di cuenta de que sus últimas ramas están como si estuvieran secas o hacia abajo, muy tristes y fue donde dije, sí hay una relación entre nosotros como seres humanos y las plantas de nuestro entorno, los árboles, la naturaleza, las mascotas, por supuesto que hay una conexión.
Me di a la tarea de acercarme y por un rato lo observé y hablé con él. Le dije, papá no va a volver, papá ha continuado su camino hacia la siguiente dimensión, yo sé que lo extrañas como lo extraño yo, te vamos a cuidar cómo te cuidaba él, pero ya no estará más aquí para ti, no sé qué más hacer por ti pero quiero que sepas que él te quería mucho y siempre te cuido con mucho esmero pero donde él está también te sigue cuidando y tú lo sabes.
Te has preguntado cuántas veces en tu vida has pasado por un limo triste cercano a ti o alguien que tú amas, pero por el ajetreo de la vida no volteaste a verlo a decirle que todo va a estar bien. Podemos reflexionar acerca de muchas cosas respecto a la naturaleza, pero a mí lo que me maravilla es que en esta ocasión pude tener esa cercanía y sensibilidad de poder crear esa conexión y quitarme ese velo del duelo para poder entrar en esta relación tan simple, tan cercana con el árbol de limo. Cuando regresé a mi casa por unos días me sentí triste y me di cuenta de lo que había pasado. El limo y yo nos habíamos encontrado con la tristeza que tenemos juntos de haber perdido a papá, que el duelo no nada más es algo que es inherente en el proceso del ser humano. Esto me dice que quizá también las plantas y los animales pasan por un duelo. De hecho, muchos estudios científicos comprueban que viven un duelo también, sienten sus pérdidas y también extrañan.
En las relaciones emocionales entre el árbol y el hombre es necesario considerar los diversos estudios científicos sobre el comportamiento de las plantas, de las relaciones físicas y emocionales, dónde se ha demostrado en repetidos experimentos la relación entre las plantas y los hombres.
Hoy en día la presencia de actividad eléctrica en las plantas está aceptada y los científicos en el campo de la neurobiología de las plantas han descubierto que las plantas exhiben señales similares a la actividad neuronal en los animales, como son los estudios de Alexander Dubrov y Marcel Voge. He incluso podemos acercarnos a esta realidad en el documental de David Attnborough “La vida privada de las plantas”. El cual nos describe numerosos aspectos del comportamiento de las plantas hasta entonces inéditos, intrigantes y sobre todo podemos interpretar nuestra sorpresa como ignorancia y prepotencia.
Esto me lleva a la reflexión que las plantas también viven un proceso de duelo al sentir una pena. Pensar que ahora yo no sé cómo consolar al árbol de limo, cuando a lo largo de mi vida he tenido gente cercana que no he podido consolar porque no sabia como hacerlo, vemos la pena de un niño, un anciano, o alguien que está en nuestro entorno y no sabemos cómo consolarlo. Sentir la impotencia, angustia, el no ser suficiente para darles amor.
¿Qué hacer?
Primero crear cercanía con el corazón de forma sincera y autentica. Solo estar ahí para ellos, cercanos física y emocionalmente.
Segundo, escuchar. Y es todo, escuchar su voz, pero también escuchar su silencio, sus movimientos, sus conductas para poder crear espacios de confianza y ser su red de contención.
Tercero, ser incondicional. Aunque no sea cómodo, o requiera de tu esfuerzo, acompañar desde la valentía de sentir y conectar con la empatía de otro.
Acompañarnos el limo y yo en nuestro duelo, es la experiencia y aprendizaje que me deja la muerte de papá. Pero el saber que la naturaleza y nosotros los seres humanos estamos conectados me da la oportunidad de abrirme a nuevas formas de sentir, escuchar y de amar.
Con cariño, Mayra.